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UNA GENIALIDAD DEL LOCO
La historia está a punto de cumplir 30 años, y es digna de recordar.
“Si, descansamos toda la noche, pero además trabajamos y encontramos varias cositas en el auto. La más importante fue que nos habíamos pasado con el peso con el lastre y los 900 kg que nos autoriza ahora el reglamento. Lo descubrimos hoy, teníamos 50 kg de más”.
Textuales palabras del gran Luis Rubén Di Palma, en aquella jornada histórica, diría épica del TC2000, en el comienzo de la temporada de l986.
Una temporada que marcó a fuego la historia de la categoría, ya que el “Loco” se presentaba con un renovado VW1500, Juan María Traverso corría por primera vez con la Cupé Fuego by Berta y Tito Bessone se subía a la Ford Sierra, después de haber incursionado la temporada anterior con la Renault Fuego.
Pero lo curioso de aquel fin de semana, en el majestuoso “Juan Manuel Fangio” de Balcarce, lo mostraba el genio de Arrecifes.
Llegó con su auto a medio terminar, clasificó el sábado quedando en sexto lugar a un segundo del mejor Rubén Daray y su Ford Campeón.
Recuerdo a Luis con soplete en mano, el domingo por la mañana, vestido con remera, jeans y zapatillas, a punto de tirarse bajo el tren delantero del pequeño juguete.
Mientras soldaba con sus antiparras a medio poner le decía a los periodistas que le dieran unos minutos y que de paso miraran el interior del auto.
La sorpresa fue general ya que al abrir la puerta, la caja de velocidades estaba ubicada en el centro del auto, mientras que la columna de dirección, el volante y la butaca estaban desplazados más atrás, por lo que Luis iba sentado por detrás del parante trasero.
El núcleo del diferencial iba colgado, junto con las barras, de suspensión de la jaula antivuelco, con los semiejes eran de la cupé Ford Sierra
Un trabajo al estilo Di Palma, sencillo e impecablemente realizado.
Pero lo llamativo también era que un muchacho de 22 años, oriundo de Arrecifes, le había preparado el motor con un trabajo especial entubando la tapa de cilindros, modificando la cámara de combustión y variando el diámetro de las válvulas.
Ese joven era nada más ni nada menos que Alberto Canapino.
Y asi con todos estos elementos, El Loco, largó la carrera desde la cuarta fila.
Antes de cumplir una vuelta ya estaba en la punta sorprendiendo a propios y extraños, comenzando a entablar un duelo de fuste con su archirrival y amigo, Juan María Traverso, que le pisaba los talones con la Fuego.
La barrosa deliraba al paso de los más grandes ídolos del automovilismo y el TC2000 brillaba en su fecha inicial.
El griterío se hizo ensordecedor cuando el Flaco le puso el auto por afuera en la recta opuesta y le manoteó la punta.
Luis no escatimó acelerador y se tomó revancha con el de Ramalo en una batalla sin cuartel, de las mejores que se vieron en la historia del automovilismo argentino, favorecido el espectáculo por el paisaje majestuoso de la sierra la barrosa.
Todo era expectativa, hasta que Luis miró el espejo de su VW y la Fuego desaparecía lentamente por la rotura de un neumático.
De ahí en más Di Palma llevó con solvencia y tranquilidad a la victoria a su pequeño juguete, volviendo a lo más alto del podio luego de tres años de sequíq y lejos de imaginar que, esa, sería su última victoria en el TC2000.
Una carrera impresionante, una locura más del genial “Loco” Luis, Único e irrepetible.