Autos&Viajes
SLR Tour Adriatica Croacia: Curvas rápidas, mar y placeres campestres
Partiendo hacia el sur, dejando atrás la península de Istria, tomamos la ruta E63 la cual forma parte de una de las carreteras más bellas del adriático: la Jadranska Magistrala. Una vía que recorre parte de Croacia, Bosnia-Herzegovina y Montenegro bordeando toda la bahía de Boka Kotorska en un vaivén de curvas, rectas y túneles donde los fantásticos SLR demostraron su brío.
La ruta nos llevó más allá de las islas Krk y Rab. Verdaderamente cuesta entender la pronunciación de ciertas localidades y relacionarlas con las indicaciones escritas, pero de poco fuimos acostumbrándonos (o al menos eso creímos). De todos modos siempre tuvimos cerca a los vehículos del staff que impedían que nos desviásemos del camino planeado. La organización fue realmente majestuosa, con un nivel de detalle y de atención en línea con los estándares de Mercedes Benz. Pagaban los peajes, lavaban los autos cada día, tenían asistencia médica y mecánica (incluso se ocuparon de reemplazar los neumáticos de un SLR Stirling Moss). Una verdadera muestra de poderío alemán, con veinticuatro personas de staff para atender las necesidades de apenas treinta afortunados participantes. Y uno de ellos era yo.
Tras unos cuantos kilómetros llegamos al pequeñísimo puerto de Prizna, donde unos limpiavidrios se deleitaron con la fila de costosos Mercedes, y aunque los SLR Stirling Moss apenas tienen dos diminutos vidrios delanteros, la propina igual fue generosa ante el escaso trabajo que demandaron. Tomamos el ferry que nos llevó a la isla de Pag, donde el romanticismo nos acompañó directo a la costa oeste donde pudimos admirar los famosos olivares de Lun. Con aproximadamente ochenta mil árboles nudosos, algunos de los cuáles tienen hasta mil años de antigüedad, son mundialmente reconocidos porque de ellos se elabora el famoso aceite de oliva “Oro verde de Pag”. Por esto, han sido protegidos desde 1963 y el área fue declarada una reserva botánica. En medio de este escenario natural, tuvimos tiempo para un picnic bajo la sombra de los olivares, mientras disfrutamos de las especialidades culinarias de la familia Suljic y los copilotos degustamos los deliciosos vinos del famoso viñedo Boskinac, en Pag.
Continuamos nuestro viaje hacia la histórica ciudad portuaria de Zadar. Cerca de la famosa instalación de paneles solares “pozdrav suncu” los SLR se unieron al espectáculo. Zadar es uno de los enclaves más importantes de Europa del este, es donde se encuentran los orígenes culturales de Croacia. Aquí se halla el Foro Romano más grande encontrado a orillas del Mar Adriático (descubierto en 1930 pero muy destruido durante los bombardeos de la II Guerra Mundial), iglesias románicas de gran valor y la catedral más pequeña del mundo: La Santa Anastasia. Con más de tres mil años de gloria histórica y turística, Zadar dio a luz a la primera novela escrita en lengua croata y a los primeros periódicos del país.
Pasamos por nuestro hotel, el Bastión Hotel, para ducharnos y volver a salir. Las viejas puertas de la antigua Zadar inauguraron el paseo a pie por el centro histórico de la ciudad, y mientras la recorríamos acompañados de una guía de turismo de apenas 25 años de edad recibimos una buena lección de la actualidad que vive Croacia. La joven era croata, pero sus primos de similar edad eran serbios. Como es de esperar, las nuevas generaciones son conocedoras de los continuos conflictos sociales de la región, pero predomina en ellos el deseo del perdón y de la reconciliación dentro del seno familiar. Lamentablemente, las generaciones pasadas (padres y tíos) aún mantienen las heridas abiertas y no siempre apoyan la buena relación entre los jóvenes, un simple ejemplo de lo que se vive puertas adentro de las familias croatas.
Mientras caminamos a través del casco antiguo descubrimos importantes excavaciones y lugares de interés histórico, hasta que llegamos a Foša, un restaurante especializado en pescados y mariscos en cuya terraza a orillas de un pequeño embarcadero fuimos sorprendidos por el chef Damir Tomljanović. Pero más allá de la tradicional gastronomía marina, nadie debería abandonar Zadar si antes probar el queso de Pag acompañado por un maraschino, un dulce licor de guindas.
La noche llegaba a su fin y regresamos caminando al hotel desplomados por el agotador día que dejó atrás 335 km de recorrido.