La Otra Mirada
La Otra Mirada: la moneda que definió un Dakar
Jean Todt, que era director deportivo de Peugeot, tiró una moneda al aire para definir un Dakar que estaba muy peleado. Mirá la historia en La Otra Mirada.
El Dakar es la gran aventura del deporte motor. La prueba más extrema, que en más de 40 años de historia atravesó África, América del Sur y Medio Oriente.
Tuvo definiciones excitantes y otras contundentes. Pero ninguna tan insólita como aquella que se resolvió con una moneda. Sí, tal cual. Era tal la paridad que una moneda definió el Dakar 1989.
A fines de la década de los años 80 la competencia estaba instalada dentro del contexto mundial del motorsport. Era la verdadera Paris-Dakar, ya que la competencia, sobre recorridos de más de 10.000 kilómetros, partía con la torre Eiffel de fondo y llegaba a Senegal, donde se alcanzaba la gloria con la llegada a su capital, Dakar, ciudad que le otorgó el nombre a la emblemática carrera.
Por aquel tiempo, en la categoría autos, la marca francesa Peugeot dominaba la escena. Con las victorias de 1987, a manos de Ari Vatanen, y de 1988, con Juha Kankkunen, el equipo del León defendía el prestigio de la industria gala.
El desafío era distinto para Peugeot. Tras las conquistas en el mundo del rally y del Dakar, particularmente con el exitoso e histórico modelo 205 Turbo, la apuesta se trasladaba a otro tipo de vehículo: el 405 T16. Un auto con dimensiones más generosas para atravesar el desierto africano.
El 25 de diciembre de 1988 se realizó la largada en París. Partieron 240 automóviles y 155 motos. Por delante se presentaba el gran desafío de 10.831 kilómetros, distribuidos en Francia, España, Túnez, Libia, Niger, Maif, Guinea y finalmente la agenda marcaba que el 12 de enero de 1989 se llegaba a Dakar, en Senegal.
Peugeot era el equipo a vencer. O el invencible. Sus pilotos, el propio Vatananen, junto con el legendario Jackie Ickx, eran nuevamente los grandes candidatos. Y con la obligación de lograr la victoria, la marca francesa encaró el París-Dakar sin miramientos.
Y lo que se preveía, se cumplió. Peugeot arrasaba en la competencia. Sin lugar a los rivales, sus autos ganaron etapa tras etapa. Sin embargo, la rivalidad interna dentro del equipo se hacía cada vez más cruda. Vatanen e Ickx se enfrentaban a cara de perro diariamente, trasladando el gran objetivo de la empresa francesa en una contienda personal entre ambos pilotos.
El riesgo en el Dakar es grande. Un error mínimo puede anular toda ventaja deportiva, con un accidente. Y eso lo sabía el director deportivo de Peugeot, Jean Todt, que años más tarde se destacara como responsable del equipo Ferrari de Fórmula 1, junto con Michael Schumacher, y luego se convirtiera en el máximo responsable de la Federación Internacional del Automóvil (FIA).
Tras la 12ª etapa, al llegar a Gao, en Mali, Los representantes de Peugeot, que peleaban palmo a palmo en la clasificación general y que se habían despegado del resto con más de dos horas de ventaja, intensificaron el duelo.
Todt, a sabiendas del riesgo, sabía que tenía que intervenir para asegurarse el triunfo. No sea que esa rivalidad interna dejara sin triunfo al equipo y a la gran apuesta internacional por parte de Peugeot.
Con 6 etapas por delante y con una diferencia que prácticamente, si no mediaban inconvenientes, ya estaba asegurado para el tercer triunfo consecutivo de la marca gala, tomó el toro por las astas.
Jean Todt reunió a los pilotos y tomó una decisión insólita. Planteó la definición del Dakar en ese mismo atardecer de Mali. Ya no quería más duelo ni rivalidad y la suerte iba a resolver el resultado de la carrera.
Tomó una moneda de 10 francos y ofreció la elección de cada cara a sus pilotos. Ickx eligió cara y Vatanen cruz. Cuál árbitro de fútbol, el pequeño Todt revoleó la moneda y la suerte cayó del lado del finlandés. A partir de allí la orden era clara. A Dakar debía llegar primero Vatanen.
Sin embargo, pese a la salomónica decisión de Todt, las tensiones no se redujeron dentro del equipo. El ex piloto de Fórmula 1 mantuvo su ritmo competitivo en la última semana. A su vez, en la penúltima etapa, Vatanen cometió un error de navegación, por lo que quedó segundo en la clasificación general.
La última jornada, con la etapa entre Saint Louis y Dakar fue la decisiva. La prueba cronometrada era de apenas 40 kilómetros e Ickx llevaba más de 20 segundos de ventaja. En la Playa de M'Boro, donde se terminaba la gran aventura, Ickx frenó y detuvo el Peugeot 405. Quedó detenido por más de 2 minutos, a la espera del paso de Vatanen, que pasó primero la meta.
Fue el primero de los 100 autos que arribaron a Dakar, acompañados por las 60 motos sobrevivientes al gran desafío.
Al rato, Jackie Ickx cruzó la meta, logrando el 1-2 de Peugeot. Tiempo después apareció el tercero, el ex Fórmula 1 Patrick Tambay, con un Mitsubishi.
Vatanen no festejó hasta que no apareciera su compañero y rival. Ambos, el vencedor real y el moral, Ambos levantaron la bandera del equipo para la gran despedida, ya que Peugeot dejaba el Dakar luego de tres victorias consecutivas.
Una historia más de las tantas que ofrece el Dakar en su larga historia. Esta vez, Jean Todt resolvió de manera poco ortodoxa un conflicto interno dentro del poderío de su equipo Peugeot. La moneda de 10 francos, en definitiva, decidió quién se llevaba la gloria en la ardua travesía del desierto africano.