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El hombre llegaba a la Luna y el TC se vestía de luto
El mundo estaba pendiente de la llegada del Apolo 11 a la Luna, mientras la rueda seguía girando por acá abajo. Jackie Stewart ganaba por primera vez el GP de Gran Bretaña con su Matra Ford MS80, en Silverstone, y se empezaba a ir derecho hacia su primer título en la F1. El Turismo Anexo J corría en Concordia con victorias de Angel Monguzzi en la clase A, Eduardo Rodríguez Canedo en la B y Horacio Cuitiño en la C. Y el Turismo Carretera volvía a la ruta después de tres meses para correr en “Los Cóndores”, Córdoba, aunque la victoria de Gastón Perkins pasaría a un segundo plano ante el desgraciado accidente de Ricardo Bonanno que se cobraba la vida de tres espectadores y dejaba a varios heridos.
Las Liebre III del equipo de Perkins mantenían un ritmo arrollador en el circuito de 47,660 kms, después del retraso de Carlos Pairetti por una manguera de aceite cuando marchaba segundo. Oscar “Cacho” Franco atinó a apretar en el ritmo. Achicó la diferencia a 9 segundos de su jefe. Hasta que desde abajo le pidieron que no pusiera en riesgo el 1-2-3 de la escuadra del piloto estanciero, pero en especial la victoria del líder de la carrera y del campeonato.
La trampa del destino ya había dado un aviso. En la segunda vuelta, a la altura del cementerio, la “Garrafa” de Juan Manuel Bordeu perdió una rueda a 255 km/h e inmediatamente el auto comenzó a dar tumbos y a destrozarse sobre la banquina. A cien metros venía Eduardo Copello, que lo vio todo y paró a auxiliarlo. Segundos después también se detuvo Carmelo Galbato. El balcarceño y su acompañante José Masciotta, ileso, fueron trasladados a la clínica San Ignacio.
Bordeu tenía un corte en la pierna y fuertes golpes en la zona lumbar y el hombro. Según Masciotta, al piloto se le había soltado el cinturón de seguridad. Luego las placas confirmarían las fracturas de dos costillas y de la clavícula izquierda, además de varias escoriaciones. El campeón de 1966 no solo debería permanecer 48 horas internado, sino que además las lesiones le harían perder su participación en las “84 horas de Nürburgring”, con la Misión Argentina de los Torino, que iban a arrancar 15 días más tarde.
Era el preludio del drama. Una señal. Cuando la carrera llegaba a la mitad del recorrido, en la sexta vuelta de las once, sobrevino la tragedia. En las publicaciones de la época relatan aquella secuencia: “… Mauricio “Marito” García, según versiones, superó a Bonanno con dos ruedas sobre la banquina. ‘Eso es verdad, a mí me pasó del mismo modo’ – afirma Hugo Gimeno que corría delante de Bonanno-. La polvareda levantada impidió toda visión. Una piedra rompió el parabrisas del Falcon y ‘el coche se cruzó en el camino y yo no pude hacer nada’- relata Bonanno”. Así se narraba el accidente en la revista Automundo.
El Ford, a más de 200 km/h, volcó sobre la banquina, arrolló alambradas y detuvo su diabólica estampida a unos 200 metros del asfalto. Dado vuelta, contra un árbol, en el patio de la modesta vivienda de la familia Dacué, yacía humeante la fatídica máquina. Bonanno y su copiloto Blas Pinillo, bajaron sin lesiones. El público se acercó rápidamente y, entre ladridos de perros y llantos, la escena era desgarradora. Descontrolado, el coche se había encontrado en el camino a Carlos Moyano, oficial de la seguridad, quien murió en el acto. Yolanda Dacué también falleció instantáneamente. El destino se llevó también a Alberto Dacue, de seis años. Su hermanita Norma de 5 años terminó herida, con fracturas y contusiones. Armando Dacue, hermano de Yolanda, y su mujer Gladys también sufrieron golpes y debieron ser trasladados al hospital.
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El saldo triste de tres muertos y cuatro heridos dejó aquel accidente. La Vuelta de Córdoba también alejó de las pistas por un tiempo a Bordeu y le dio la posibilidad a “Cacho” Franco de reemplazarlo en Nürburgring. A la postre, su aporte sería clave en Alemania. Perkins, Franco y Federico Urruti, sellaron aquel día el 1-2-3 de las Liebres III del Equipo Perkins. Al cabo, esa sería la última victoria en el TC del gaucho de Alberdi que a fin de año festejaría el campeonato de 1969.
El domingo 20 de julio de 1969, mientras Neil Armstrong concretaba un gran salto para la humanidad, el Turismo Carretera archivaba una jornada de luto en su historia.