Otras
"Adelante el avión, adelante el avión"
Es muy difícil que los jóvenes de hoy entiendan, que cuando uno era joven, los domingos nos despertábamos temprano para encender la radio y escuchar las Series de Turismo Carretera. Para nosotros, quienes disfrutamos desde chico el automovilismo, encenderla, independientemente de la hora que nos habíamos acostado, era una necesidad. Sintonizar Radio Rivadavia (AM 630) para escuchar los relatos de Eduardo González Rouco era todo un clásico. Con Carburando las mañanas domingueras eran diferentes. El arranque con los locutores Daniel López y Alberto Ferrari ya ponía en clima a cada uno de los oyentes. Sus voces inconfundibles le daban el tono ideal. Luego llegaba la presentación de los boxistas y del encargado de comentar la carrera. Todo era un combo perfecto para imaginar, con la ayuda de la radio, una carrera de TC en ruta. Pero eso no era todo. Faltaba el llamado inolvidable. “Adelante el avión, adelante el avión”. Ese llamado paralizaba todo. Todo tipo de noticia podía llegar desde el aire. Alberto Gagliardi, más popularmente conocido como “el Mono”, era el encargado de observar desde el cielo todo lo que pasaba en la tierra.
También recuerdo que las series las escuchaba desde la cama. Recién al finalizar las mismas saltaba de ella para desayunar y para luego esperar el almuerzo. La radio seguía clavada en el dial. A las 11 de la mañana cuando mi viejo prendía el fuego para el asado, la radio se ponía cerca de la parrilla. No había motivos para perderse la transmisión. A medida que nos íbamos moviendo por la casa, ese transmisor con Carburando se trasladaba hasta el lugar donde quedaba apoyada.
¿Qué decir cuando estábamos en la carrera de ruta? Es difícil expresarle a los que no pudieron vivirlo lo que uno sentía. Entre la multitud se mezclaba el humo de las parrillas con el sonido de las radios. Todas estaban encendidas en los vehículos y ni hablar de las Noblex Carina que estaban arriba de los techos de los autos a todo volumen. La voz de Cacho superaba todo tipo de ruido. Mientras ahí se centraban los oídos, la vista miraba hacia arriba para mirar cuando se aproximaba el avión. Al visualizarlo uno sabía que venían los punteros de la competencia.
Dentro de los clásicos de Carburando había dos que eran, para nosotros los seguidores, fundamental poder conseguirlos. Por un lado el Piluso para usar y protegerse del sol y por otro la tradicional calcomanía para pegar en los lugares donde uno deseaba. Tenerlos era tener un trofeo.
Carburando hoy cumple 60 años y es toda una institución en el deporte motor. En lo personal soy un agradecido porque me toco estar en las dos veredas. En la de oyente y en la de rol de periodista. Ambas quedarán grabadas, tan grabadas como esas voces inconfundibles y como esa frase que perdurará en el aire. “Adelante el avión, adelante el avión” .