Opinión
Una técnica buena con una comunicación mala
La final de Turismo Carretera no terminó cuando cayó la bandera a cuadros. La misma se estiró hasta cerca de la hora 18. Él motivo fue la exhaustiva revisión técnica que se realizó en el autódromo de Olavarria. Al recinto donde estaban los responsables del departamento técnico entraron los tres autos del podio. El de Alan Ruggiero, el de Facundo Ardusso y el de Mariano Werner. Además debieron ir, informaron que por sorteo, el Dodge de Nicolás Trosset, el Chevrolet de Norberto Fontana y el Ford de Luciano Ventricelli.
Cuando todo se iba desarmando en la zona de boxes y la gente ya se había retirado del predio, el sector donde revisaban los autos se veía distinto. Había conversaciones, muchas idas y vueltas y muchas caras de preocupación. El rumor que había dos autos fuera de reglamento se iba haciendo realidad y los que estábamos ahí ya palpábamos que algo estaba funcionando mal.
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Todo desarmado y mucho movimiento
Lo que se pudo observar en dicho lugar es que a cada uno de los autos se les retiró el motor y los mismos fueron desarmados en su totalidad. Pieza por pieza. Los reparadores que estaban presentes, Marcelo Esteban, Claudio y Alejandro Garofalo, Iván Bondaruk y la gente del Maquin Parts, tuvieron una tarea más que ardua. Además de medir compresión y cilindrada, las piezas desarmadas, caso cigüeñal, fueron pesadas por los técnicos.
A medida que iban pasando las horas lo único que se sabía era que los autos de Fontana y Ventricelli eran excluidos por tener mal la cilindrada. En el resto se seguía trabajando. El primer momento de felicidad se notó en Claudio Garofalo y su gente. Todo lo revisado estaba en condiciones. Minutos más tardes festejaba el resto de los que habían hecho podio.
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Lo que hay que destacar
Lo que se hizo ayer en la técnica de Olavarria fue impecable. Además de permitir que la prensa esté presente en el lugar, lo realizado a la hora de controlar fue muy bueno. Se pesaron elementos, se midieron, y realizaron las mediciones correspondientes. Fueron al hueso. Encontraron anomalías en dos autos y no les tembló el pulso. Los dos fueron echados. Sigo insistiendo que a partir de lo sucedido en el caso Mazzacane puede haber un antes y un después. La técnica, con el gran trabajo de Alejandro Luliano, puede dar un paso muy importante.
Fallo la comunicación
Después de casi tres horas y media de espera para saber que pasó en la zona de la técnica, los presentes, que éramos los periodistas, nos quedamos sin saber absolutamente nada de lo que paso y de lo que se hizo. Al terminar con la tarea todos se fueron sin dar explicaciones Fue una pena. Una buena comunicación hubiese aumentado lo bueno que hicieron a la hora de controlar.
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