Opinión
Una exclusión escandalosa
Es duro y triste el efecto que generó la exclusión al “Gurí” Martínez. El tiempo sabrá el alcance de esta situación que hoy lo pone, indefectiblemente, en el banquillo de los acusados. Desde la frialdad de los hechos, la comprobación del departamento técnico de la ACTC fue (sin la precisión de la anomalía) ni más ni menos lo que hasta acá se sospechaba sin fundamentos -y por lo bajo- en los pasillos de boxes.
En el último año, el rendimiento del Ford del entrerriano le quemó las pestañas a los rivales que sin involucrarse en las suspicacias pretendían alcanzarlo con trabajo y desarrollo. Y a su vez, les retorcía el estómago a aquellos que consideraban que ese auto rendía más de lo que podía. El primero en prender la mecha fue paradójicamente su archirrival, Guillermo Ortelli, después de haberlo corrido en vano durante gran parte de la final de Toay. “No se lo puede correr. Es impresionante lo que acelera”, disparó antes de subir al podio aquel día. Impotente Ortelli, se notó que no aguantó más y liberó el sentimiento de muchos.
Otro entrerriano, Próspero Bonelli, fue quien agarró la posta en la previa de Concordia. Este sábado en la reunión de pilotos, “Pope” pidió más rigor en los controles de la Técnica. “Es llamativa la diferencia que hacen algunos autos”, advirtió puertas adentro frente a los comisarios. Y cuentan que en Neuquén, el mayor de los hermanos de Concepción del Uruguay le dijo a Martínez frente a todos sus colegas: “Me gustaría ver qué tiene tu motor, Gurí”. Directo y sin anestesia.
Este domingo, los Bonelli fueron llamados por la Técnica para revisar sus autos después de la final. Con ellos, también fue elegido “a dedo” el auto del campeón. Los resultados de la carrera dispusieron que los Chevrolet de Matías Rossi y Ortelli (ambos en el podio), fuesen desarmados por completo. Esos vehículos también eran observados de reojo por sus colegas. Sin embargo, el único que no superó la verificación fue el de Martínez.
No hubo comunicado oficial de la ACTC, más que un tuit desde la cuenta oficial de la entidad confirmando la noticia de la exclusión, aunque sin detalles. Se dijo que la cilindrada dio 3.300 cc. Aunque quienes estuvieron hasta tarde en el recinto técnico aseguran que la medición fue de 3.340 cc. El límite es de 3.210 cc. Cuando el reglamento técnico pasó de 3.110 cc a 3.210 cc de cilindrada en los motores, se ganaron alrededor de 18 HP. Y al exceso de cilindrada del motor de Martínez se le podría sumar un extra de potencia de compresión, que quienes conocen de motores especulan que probablemente tampoco haya estado en reglamento. Obsceno “error de cálculo”…
Seguramente, Martínez dará -y deberá ofrecer- las explicaciones del caso. Casi con seguridad se tratará de un error del motorista, que pagará cara su impericia. Este traspié salpica la conquista reciente, con un auto tan demoledor como el actual. Y gran parte de la culpa la tiene el Departamento Técnico de la ACTC, que desde la ruptura con Berta S.A. quedó acéfalo para el control de los motores multiválvulas post carrera. Desde que arrancó el año, la inspección de la legalidad de los autos está en tela de juicio en el TC. En Toay, después del podio de Martínez, Ortelli y el hijo del presidente de la ACTC, Gastón Mazzacane, la verificación duró menos de 20 minutos... si es que hubo. En el recinto técnico ya no quedó nadie después de las 14.30hs de ese domingo. Así es difícil sostener la legitimidad de los hechos.
Por ser el campeón vigente, quien se iba de Concordia puntero del actual certamen, por ser el ídolo de Ford, un histórico de la categoría, integrante de la comisión directiva de la ACTC, y por la gravedad de la falta, lo que sucedió en Concordia es un escándalo. Un error que pudo haberse cometido solo en esta carrera, aunque esa realidad no logre evitar que se sospeche a lo que se mire para atrás. Un caso que deberá ser elevado a la CAF (Comisión Asesora y Fiscalizadora). Una exclusión que dejará una mancha…