Fórmula 1
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Tiembla el negocio de la Fórmula 1 con las cancelaciones
La panedemia ya se ha declarado y la "psicosis" también. Ahora se ven las consecuencias del avance de la crisis del coronavirus, que en las últimas horas puso en situación crítica la economía de la Fórmula 1. La categoría es un negocio internacional con una facturación de 2.000 millones de dólares, pero la probable cancelación de varias fechas del calendario amenaza con trastocar las finanzas de todas las partes implicadas.
Aunque éste es un deporte multimillonario, sus beneficios no lo son y su estabilidad económica depende siempre de fragilidades. Según cuentan analistas de medios europeos, los ingresos de 2019 fueron de 2.022 millones, pero los gastos escalaron hasta los 2.005 y el margen operativo se quedó en tan sólo 17 millones de dólares. Una cifra que se puede volatilizar rápidamente en caso de una crisis como la actual.
Los derechos televisivos y el canon de los circuitos son el origen de la mayoría del dinero que percibe la Fórmula 1, pero ambos pagos se congelan –o como mínimo se reducen– en caso de que se cancelen los Grandes Premios. No sólo repercute en la tesorería de Liberty Media, sino también en las de los diez equipos que integran la categoría, muchos de ellos con la soga al cuello con los presupuestos. Un sólo Gran Premio sin canon significaría la volatilización de los beneficios de la Fórmula 1 con los presupuestos de 2019.
Los circuitos sólo están obligados a abonar el canon en caso de que celebren su carrera. En caso de cancelación, ya sea por decisión de la Fórmula 1 o por imposición gubernamental, los trazados quedan exentos de su compromiso económico y la Fórmula 1 no percibe ni un dólar.
Ante otras situaciones, como la disputa del Gran Premio a puertas cerradas, por ejemplo, existen contratos entre organizadores y FOM que no contemplan este supuesto. Para la mayoría de organizadores supondría un descalabro financiero de primera magnitud, con lo que las acciones legales contra la FOM estarían prácticamente garantizadas, independientemente del resultado del pleito.
Es así cómo se entiende por qué se ha pospuesto el Gran Premio de China en vez de cancelarse, o por qué se ha intentado hacer lo imposible para que se haga el Gran Premio de Australia. El deporte está siempre al límite y no puede permitirse el lujo de renunciar a su calendario, porque hacerlo lo deja en una situación muy frágil.Pero hay situaciones en las que el negocio no siempre gana...
De hecho, no es casualidad que las primeras palabras que pronunció Chase Carey, jefe de Liberty, en alusión a la crisis del coronavirus fueran en una conferencia con inversores de Wall Street. La Fórmula 1 es un deporte y un negocio al mismo tiempo.
El valor de la acción de la Fórmula 1 descendió en torno a un 7% en las primeras horas de la jornada de ayer. En los últimos 21 días, las pérdidas ascienden a un 38%.
Es cierto que no es la única empresa cuyo valor se ha desplomado en este periodo, pero desde luego no pertenece al grupo de las indemnes y limitar las pérdidas es imperativo para su consejo de administración, máxime cuando se trata de una empresa adquirida a sus anteriores propietarios por 8.000 millones de dólares hace tan sólo tres años, dos de cuales se han traducido en ejercicios deficitarios para el Grupo.
En el hipotético caso de que se cancelara la primera parte de la temporada y el Mundial empezara en Europa en mayo, una posibilidad que ahora mismo no es tan descabellada, los equipos perderían una quinta parte del dinero que reciben de Liberty Media. Eso no sería un problema irresoluble para los grandes, pero sería un auténtico drama para formaciones como Haas o Williams.
La reacción del público general, los trabajadores de la Fórmula 1 y los opinadores del mundo ha sido unánime cuando se ha conocido el caso positivo por coronavirus en el equipo McLaren. Había que suspender el Gran Premio de Australia. Sin embargo, salvo contadas excepciones, las posturas de los protagonistas –todos conscientes de la gravedad del brote de COVID-19– eran mucho más relajadas hasta precisamente ese momento.
El temor existía desde mucho antes, pero sin una evidencia clara y tajante, tomar una decisión radical era más complicado para la Fórmula 1 que para otros deportes que han movido sus fichas antes. Desgraciadamente para Liberty Media, para el deporte en general y para el mundo, a la Fórmula 1 le ha explotado el globo en las manos.
Nadie sabe cómo seguirá esta historia.
Fuente: soymotor