Opinión
Renault: una decisión incómoda, inevitable y acertada
Renault Sport le ordenó a Facundo Ardusso que dejara pasar a Leonel Pernía, su compañero de equipo, rival y puntero del campeonato, y se desató la polémica. Transcurría la vuelta 17 de las 30 estipuladas para la final del Súper TC2000, ayer, en Salta. Luego de largar sexto, al tandilense le demandó media carrera llegar hasta la posición del bicampeón que había partido segundo, pero que estaba tercero detrás de los Toyota.
La situación ameritaba una rápida resolución desde los boxes. El contexto era complejo. En la mitad de campeonato, una orden de este tipo quedaría como una fuerte señal de cara a la segunda parte del año, en la que se vislumbra una lucha pareja y mano a mano entre Renault y Toyota. Las opciones eran tres:
1-“Apagar” las radios y otorgarles libertad de acción a sus figuras
2- Ordenar que invirtieran las posiciones con la condición de que Pernía le devolviera el puesto a su compañero en el caso que no prosperara el ataque a los autos rojos
3- Pedirle a Ardusso que le cediera la posición a Pernía –como sucedió- para que fuera a pelearle a los punteros con un auto más veloz y defender la punta del campeonato.
La primera de las opciones hubiese sido peligrosa. Invitar a sus pilotos a pelear por el lugar, con un auto que giraba hasta 9 décimas más rápido que el otro que llevaba 60 kilos de lastre, y en un circuito donde es difícil evitar la fricción en una maniobra de superación, significaba asumir un riesgo altísimo. En definitiva, en el caso de superarlo, Pernía desgastaría su máquina y perdería tiempo, por lo que sus chances de batallar con Santero y Rossi se reducirían notablemente.
La segunda alternativa es la que mantuvo la expectativa hasta los metros finales de la carrera. Ardusso esperó por esa indicación, que nunca llegó. De haberlo hecho, el margen de Pernía en el campeonato se hubiese reducido y el campeón no se hubiera alejado. En cambio, Renault privilegió los puntos del líder del certamen, en una situación explícita de diferencia de competitividad en esta carrera entre un Fluence GT y otro, y ante una amenaza clara frente a sus rivales en el campeonato que parecieran tener más despejado el panorama para pelear por el título con Matías Rossi. Por eso, se inclinó por la tercera opción.
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Fue acertada la decisión del director deportivo, Miguel Angel Guerra, quien asumió la responsabilidad de la orden. Pernía se fue 13 puntos arriba de Rossi, que le acortó 11 unidades y es el nuevo escolta. El más perjudicado fue Ardusso, quien perdió el segundo lugar del certamen y quedó a 18 unidades de su compañero. Si su reclamo al equipo para recuperar la posición hubiera prosperado, se habría ido a 14 puntos de la cima y a 3 de Rossi (ahora está a 5).
La decisión fue compleja e incómoda. Cualquiera que se hubiera tomado presentaba un conflicto. Los del rombo resuelven sobre la marcha con la lógica del momento. La administración de dos pilotos top con similares pretensiones no les permite optimizar al cien por ciento la cosecha de puntos con un solo candidato. Aunque con esta misma fórmula, logró los últimos dos campeonatos de la categoría gracias a una gestión precisa, que debió atravesar por momentos de turbulencias internas.
Y este caso no es la excepción. El problema se plantea a futuro. De ahora en más, ¿el piloto que no tenga lastre tendrá prioridad? ¿Renault elegirá a Pernía como piloto 1 del equipo? La amenaza de Toyota es fuerte. En el rombo cada punto no solo se gana en la pista, sino que también se define desde los boxes. Una difícil empresa cuando se debe conjugar la imparcialidad, efectividad, y armonía puertas adentro en pos de un resultado que le permita a fin de año festejar el tricampeonato.