Turismo Carretera
Pasaron 30 años y el ídolo sigue vigente
El 16 de diciembre de 1990 se cumplía el sueño máximo de Emilio Salvador Satriano. Ser campeón de Turismo Carretera. El ídolo de los hinchas de Chevrolet les entregaba la corona y se afianzaba más como ícono en el mundo del TC. Emilio debutó en la categoría el 7 de diciembre de 1980 y siempre corrió con la misma marca. Disputó más de 300 carreras dentro de la categoría, ganó en 27 oportunidades, y sumó 86 podios. El año en el que consiguió el título triunfó en cuatro competencias. Venció en Balcarce, Lobos, Bahía Blanca y Olavarria. En dicha ciudad cosechó su primer triunfo en 1981. Fue subcampeón en dos oportunidades. Cuando llega el año 2000, el Obispo de Chivilcoy decide dejar la competición. Con el paso del tiempo nadie se olvidó ni se olvida de Emilio. Satriano supo conquistar a la gente y se metió en en el corazón de los hinchas y en la historia grande del TC.
Acá algunas de las frases de Satriano en la última nota con Carburando
-“El fanatismo hacia mí es increíble. Con el paso del tiempo no puedo creer el aprecio de la gente. Hay gente joven que se sacó una foto conmigo cuando eran pequeños y hoy dicen que son hinchas de Satriano. Eso no tiene precio”.
-“La cantidad de público que había antes en un podio o en las carreras no es la misma que en la actualidad y yo creo que esa masa de gente que iba nos potenció a nosotros. Por otra parte, no es menor, el hecho de haber corrido siempre con Chevrolet hizo que el hincha se aferre más a mi persona”.
-“El público siempre me respeto, inclusive hasta los los hinchas de Ford me respetaron”.
-“Creo que podría haber ganado un campeonato más. No lo logramos porque nos faltó experiencia a la hora de correr todo un torneo. A mí siempre me gustó salir a buscar la competencia sin medir consecuencias. Nunca especule para lograr el objetivo”.
-“No hay que olvidarse de la pelea entre Chevrolet y Ford que la hacíamos yo y Jorge Martínez Boero. Ese duelo levantó la categoría aún más”.
-“Yo le quería ganar a todos. Desde el momento que se baja una bandera todos son rivales. Si una vez que finaliza la final quieren juntarse, ir a cenar, o tomar un café, me parece bárbaro pero la rivalidad tiene que existir, caso contrario en vez de sangre hay agua en las venas”.
