Fórmula 1
Auspiciado por
Niki Lauda, el superhéroe de la Fórmula 1
Es la figura de un Superhéroe. Fue el protagonista de la historia más emblemática de la Fórmula 1. No era musculoso, no usaba capa. Su distintivo era una gorrita roja. Niki Lauda, el campeón que venció a todo. El hombre que volvió del infierno.
El austríaco Andreas Nikolaus Lauda venía de una familia de alta alcurnia, que desobedeció los cánones y mandatos familiares para dedicarse a su gran pasión: la velocidad. En 1968 comenzó a competir en categorías promocionales y en 1970 se metió en la Fórmula 3. A los saltos pasó a la Fórmula 2 y así llegó a la Fórmula 1, cuando debutó de la mano del team March.
Buenos Aires fue un lugar especial para Lauda. En 1973 apareció con el equipo BRM y al año siguiente, también en el autódromo porteño, debutó con Ferrari. Ganó en España, en Holanda y rápidamente se transformó en campeón de la Fórmula 1.
En épocas de grandes tabacaleras y chicas alrededor del glamour, Lauda se mantenía ajeno con un estilo tan meticuloso como sobrio para acercarse a la perfección. El futuro estaba asegurado. En 1976, con 4 triunfos sobre 6 fechas, Enzo Ferrari descansaba sobre su talento y su dedicación.
Pero llegó Nürburgring. El viejo y eterno trazado de los más de 7 minutos (22 kilómetros y 176 curvas) por vuelta. Un año antes el propio Lauda había criticado por su peligrosidad. Planteó su postura y recibió respuestas que lo catalogaban hasta de poco valiente.
Lauda corrió. Largó aquella mañana en la que la llovizna había descolocado a varios con la elección de los neumáticos. En las antípodas de la vida, James Hunt, muy cercano a los productos de las grandes tabacaleras y a las chicas de la velocidad, acertó con los slicks. Lauda, paró para cambiar de caucho y al salir, se encontró con el infierno…
El tremendo accidente del golpe contra un guardrail avivó la espectacularidad de las llamas. No hay nada tan asombroso como un auto incendiándose. Pero nada más aterrador que un piloto dentro de esa hoguera. Tres pilotos fueron a rescatarlo: Harald Ertl, Guy Edwards y Arturo Merzario.
Pronóstico reservado y los vaticinios, negativos. A tal punto que un sacerdote le dio la extremaunción. Sin embargo, Lauda a las 6 semanas de aquel infierno vivido en Nurburgring regresó a las pistas. Con el rostro desfigurado por aquellas llamas que, además de quemar la piel, afectaron el sistema respiratorio.
A quien habían tildado de poco valiente no sólo volvió, sino que además dio pelea hasta la última fecha de la temporada, con 3 puntos de ventaja por sobre Hunt. La lluvia fue tal que Lauda, con apenas dos vueltas, abandonó al indicar que era muy peligroso. Esta vez hizo caso a su apreciación, no como en Nürburgring. Hunt continuó su marcha y se consagró campeón.
Aquella rivalidad Lauda-Hunt, que además de medirse en la pista se contraponían por los diferentes estilos de vida, se transformó en película. (Rush)
Pese a salir campeón en 1977, esa decisión de Japón más la llegada de Gilles Villeneuve como tercer piloto, empujó la salida de Lauda de Ferrari.
Tras un fallido paso por el equipo Brabham de Bernie Ecclestone, abandonó la Fórmula 1 y se dedicó a su otra gran pasión: la aviación. Fundó su propia empresa, (Lauda Air), a la que también fundió. McLaren lo rescató y en las cuatro temporadas que corrió, desde 1982, volvió a alcanzar la gloria: en 1984 logró su tercer campeonato.
Aparecieron algunos problemas de salud. Recibió mediante un trasplante el riñón de su hermano Florian, y en 2005 de su novia Birgitt, con quien tuvo mellizos en 2009.
En 2001 dirigió al equipo Jaguar, pero se lució al ser asesor del exitoso Mercedes. Ya en 2018 dejó de asistir a los GP. La salud le puso un freno. Y se transformó en leyenda el 20 de mayo de 2019. En la Fórmula 1 Logró 25 triunfos, 54 podios sobre 185 competencias y los 3 títulos.
Niki Lauda. El hombre que enfrentó a la muerte cara a cara y la venció cuando parecía derrotado. Se hizo más fuerte aún, salió campeón y demostró que siempre se puede. Es la historia más emblemática de la Fórmula 1. La del superhéroe que no usaba capa. Sólo se identificaba con su gorrita roja.