Opinión
La Tijera de papá
¿La viste? Eso espero. No cuide la cuerda por falta de experiencia, se me tiró por adentro y espere que se pase un poquito para meter el auto por adentro y cambiarle la trayectoria. La famosa “Tijera”, como olvidar el día que me explicaste como era y que encima el nombre de esa maniobra se lo habías puesto vos.
El fin de semana Ariel Dopazo me convirtió en piloto por un día, algo que vos no pudiste hacer y que sé que te encantó que yo pueda cumplir, un sueño que lo vivimos juntos.
Terminar quinto será solo una parte de la anécdota, el cansancio de la semana previa buscando publicidades, pidiendo la ropa prestada para correr y todos los nervios antes de subirme por primera vez a un auto de carrera, también quedarán en el pasado. Pero hay algo que no me voy a olvidar nunca, pelear una posición en pista y hacer tu maniobra.
En el momento la hice sin pensar, fue el instinto, eso de tenerla incorporada, de tantas veces que lo hablamos, la vimos y la relatamos. De todas maneras, cuando iba por la recta del autódromo de Buenos Aires a la par, sabiendo que me quedaba la cuerda, pensé en vos y me emocioné, pero no podía distraerme, tenía que seguir concentrado para terminar la carrera.
Cuando vi el cartel de última vuelta pensé en algo que me dijiste un día antes de un partido de fútbol muy importante en nuestro Venado Tuerto querido. Ese día me propusiste algo, que antes de entrar a la cancha respire hondo y diga “yo puedo”. Buenos, eso mismo grité arriba del auto antes de hacer el circuito número 8 por última vez.
La bandera a cuadros fue un antes y un después. Deje los nervios y la tensión atrás, para pasar a llorar desconsoladamente como hacía rato no lo hacía, incluso la última vez había llorado de esa manera había sido cuando vos te me fuiste. Esta vez no era tristeza, era felicidad, mucha felicidad. No solo había corrido una carrera, sino que había hecho la “Tijera de Papá”.
Para Hector “Tití” Camps.