Opinión
Formato para perfeccionar
Cada categoría ha buscado en los últimos tiempos identificarse a través de sus formatos de carrera y campeonato, como si se tratara de su rasgo principal de personalidad. Así como el Turismo Carretera perdura en el tiempo con las series y final (sumó competencias especiales), lo mismo que el Turismo Nacional; el Súper TC 2000 apeló a la variedad con los Grand Slams, vuelta joker, cambios de compuestos de neumáticos y fechas con carreras clasificatorias con penalizaciones y finales, y el Top Race resalta por los espectáculos con carga de combustible.
Este último formato era una práctica poco común en nuestro automovilismo, hasta que empezó a implementarlo el Top Race en 2015. Los equipos, pilotos, dirigentes, ente fiscalizador, periodismo y público, debieron sumar experiencia al andar para planificarla, correrla, reglamentarla, analizarla y disfrutarla. Hoy, es una característica que distingue a la categoría. Sin embargo, todavía quedan detalles por corregir.
Este fin de semana en Salta, la previa de la tercera fecha del Top Race invitó a especular con una infinidad de variantes que proponía. La polémica salida de boxes, la amenaza de lluvia con un neumático inexplorado aun en esa condición, y las posibles diferentes estrategias para una carrera que no obligaba a cargar combustible, pero que por la extensión de la misma y la capacidad limitada de los tanques de nafta lo convertía en una de las opciones más probables.
Autos empujados por mecánicos para buscar la grilla de partida, pilotos que decidían largar desde boxes, coches a muy baja velocidad en la vuelta previa… Todos en el plan de ahorrar combustible antes de largar la carrera. Y el Plan B que pasaba a ser el A, desde el comienzo. La idea para muchos (más de lo esperado) era no parar a realizar el reabastecimiento. Automáticamente, los que largaban desde boxes pasaban a estar en desventaja con respecto a los que calcularon que lo podían hacer desde su grilla. La expectativa crecía en saber si llegarían al final de la carrera sin agregar nafta. Mientras, otros decidían renovar la autonomía en los boxes. Hasta aquí, un interesante juego de estrategias de los equipos.
Luego de la eliminación de Matías Rossi y Matías Rodríguez, por un accidente en la largada, el ingreso del Auto de Seguridad terminó de deslucir la competencia. La neutralización no dejó ver plasmado el resultado del plan inicial de cada uno. Varios improvisaron un nuevo planteo de competencia a partir de esta alternativa, mientras que a otros les reforzó el preestablecido. Benefició en el ahorro de combustible a los que venían en las diez primeras colocaciones sin haber parado en boxes y perjudicó al resto que solo debió esperar a que los que lideraban el pelotón se quedaran sin nafta. Y a su vez, entre los de adelante no se corrieron para economizar el consumo. Ningún auto se quedó sin alimentación y no hubo disputa por las posiciones, hasta la bandera a cuadros.
¿Resultado? No hubo carrera en pista. Solo una competencia de estrategias, que premió a los que mejor calcularon el consumo, planificaron la carrera y a los que más arriesgaron, pero que también expuso a los que no lo hicieron tan bien. Es válido y meritorio, para los que sacaron provecho de la situación. Pero en definitiva, no fue bueno el espectáculo. Y eso es lo que importa. Ayer, los pilotos corrieron dos carreras distintas en una misma final. Y ese no debería ser el espíritu. Para eso se debería perfeccionar el formato. La duración de 50 minutos de las competencias y la capacidad de 50 litros del tanque, propiciará a que esto se repita en las próximas fechas. Sería interesante que se le agreguen 10 minutos a la extensión de este tipo de carreras, para que la estrategia que se imponga esté relacionada solo a qué instante se elige para hacer el reabastecimiento y a la cantidad de combustible que se le agrega. Y no a parar o no parar, porque -de esta manera- el entretenimiento será solo para los que planifican y corren la carrera (no todos), y no para el espectador.