Fórmula 1
Auspiciado por
F1: la muerte de su padre, su última victoria, la del equipo y la llegada de un argentino
Recuerdo de un Gran Premio en Hockenheim, a 25 años de una competencia muy especial, con un argentino en sus filas.
Ya pasaron 25 años de aquella competencia en la que en la Argentina tuvo un interés descomunal. Claro, con un piloto nacional en la grilla de partida, todo tenía otro interés.
El Gran Premio de Alemania, de 1997, en el viejo circuito de Hockenheim, donde las largas rectas en medio de frondosos bosques los hacía único, se disputó el 27 de julio de 1997.
Allí estaba Norberto Fontana, a bordo de un Sauber, tratado de aprovechar lo que el destino le había anticipado, en su búsqueda por llegar a la Fórmula 1, con apenas 22 años.
Y allí acudimos un grupo de periodistas argentinos, para seguir el derrotero de Fontanita por la F.1, donde finalmente tuvo cuatro participaciones ese año.
Y vaya si fue un día especial para el arrecifeño. Después de una competencia prolija con aquel auto azulado, Fontana llegó en el puesto 9. Quedó en los umbrales de sumar algún punto en la máxima categoría, ya que en aquella época sólo los 6 primeros obtenían puntaje.
Pese a la pasión desatada en Alemania por la fiebre que originaba Michael Schumacher con los colores de Ferrari, el protagonismo lo ganó el veterano austríaco Gerhard Berger, que a sus 37 años logró la victoria, la última, en la Fórmula 1.
Berger se impuso con un Benetton-Renault, equipo que también ese día de verano europeo se despedía de los triunfos en la máxima categoría.
El piloto austríaco sorprendió a todos. Había estado ausente en tres competencias (Canadá, Francia y Gran Bretaña) y los rumores indicaban que ya no se subiría a un Benetton, ya que el piloto de reserva, Alexander Wurz, era “una fija”, según la prensa europea.
“Wurzito”. Así lo llamaba don Héctor Fontana, papá de Norberto, al delgado piloto austríaco, que el argentino conocía muy bien por ser amigos y rivales en las categorías previas, como la F.3 alemana. Don Héctor le hablaba en arrecifeño, “Wurzito” le respondía en su lengua natal, pero ambos se entendían de maravillas.
Pero Berger superó los problemas de salud que lo obligaron a ausentarse (sinusitis), y soportó el gran dolor de la pérdida de su padre.
Por si fuera poco, por aquellos días sufrió un despiste a 300 km/h en Monza, que lo hicieron replantear muchas cosas de su vida.
Finalmente con una gran estrategia, las dos detenciones en los boxes oportunas y los errores o problemas ajenos (los Williams con toques de Heinz Harald Frentzen y un trompo de Jacques Villeneuve, por ejemplo), permitieron a Berger hacerse de la victoria, la 10ª en la Fórmula 1.
El podio lo completaron el propio Schumacher (que con la Ferrari se ubicaba a 10 puntos del líder, Villeneuve) y el finlandés Mika Hakkinen (McLaren Mercedes).
Schumacher se coloca ahora a 10 puntos del canadiense Jacques Villeneuve, al frente de la clasificación mundial.
Recuerdo de una competencia muy particular. Aquellos que los argentinos seguíamos con especial atención y que los periodistas seguíamos muy de cerca, en cada uno de aquellos Grandes Premios de una inolvidable época de la Fórmula 1.