Opinión
El problema no era el "cuándo", era el "cómo"…
Una de las grandes dificultades que plantea la pandemia, más allá de las sanitarias y económicas, es la planificación en medio de un contexto absoluto de imprevisibilidad que propone la dinámica de los contagios. El automovilismo necesita poner en marcha su motor y ahora que tiene la autorización del Gobierno nacional, se encuentra con los obstáculos lógicos para desarrollar sus carreras.
El regreso del TC en La Plata, hace una semana, se canceló cuando nunca había sido aprobado. La carrera de Rafaela se cayó antes de hacer pie. La urgencia está llevando a la ACTC a dar manotazos de ahogado… Lógicos para un momento en el que la industria del automovilismo necesita volver a trabajar. Aunque erráticos.
La culpa no es de los rafaelinos que se resisten a la llegada del “circo” reducido del TC, en el medio de un rebrote en la ciudad que arrojó 15 nuevos casos positivos de coronavirus el último fin de semana. De la noche a la mañana, la comunidad se despertó este domingo con la noticia de la llegada de la categoría con un 35 por ciento de sus integrantes provenientes de la zona roja del país.
Mientras en Rafaela se intensificaban los controles en los accesos para los foráneos, se reforzaban los controles en los espacios libres para evitar la permanencia de la gente y los habitantes soportan mantenerse alejados de sus seres queridos, este fin de semana, la ACTC cocinaba junto a Marcos Di Palma y al gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, el inesperado desembarco del Turismo Carretera en el “Templo de la velocidad”.
Una carrera no se organiza de un día para otro. Nunca. Y ahora tampoco. El protocolo diseñado por la ACTC garantiza el cuidado sanitario no solo de los integrantes de la burbuja, sino también de los habitantes de la localidad a la que se visita. El automovilismo puede ponerse en marcha, como se hizo en todo el mundo. Sin embargo, se necesita elegir bien los lugares. Con anticipación. Y comunicar bien cómo se hará el desembarco y cómo funcionará esa isla en una parte de la ciudad.
Para eso se necesita tiempo. Para que lo comunique el municipio, para que el pueblo lo comprenda, lo asimile y lo acepte. No se puede caer como un paracaidista. Hay que preparar a una población asustada por este virus, para que comprenda que quienes llegan al lugar lo harán con resultados negativos de los tests y además no tendrán contacto con el resto de la ciudad.
La política también juega su papel. Nadie quiere hacerse cargo del costo si algo saliera mal. Por lo tanto, también es lógico que el Consejo Deliberante discutiera acaloradamente, en la mañana de este lunes, por la llegada del TC sobre un tema que debería llevar varias reuniones para decidir algo que en este caso ni se llegó a poner en carpeta… se impuso. Rafaela no es tierra fértil para Perotti, y ni el llamado de Hugo Mazzacane al presidente Alberto Fernández pudo destrabar la situación.
El TC está realizando un enorme esfuerzo para poner la maquinaria en funcionamiento. Aunque ya no podrá hacer todo a su manera, como está acostumbrado. Hay un nivel de crispamiento alto en la sociedad. Cualquier chispa desata una hoguera. Y más cuando algo tiene olor a política.
La dirigencia del automovilismo se preocupó todo este tiempo en cuándo volver. Y la verdadera preocupación era el cómo. Esta es una demostración. Para no andar “como un mantero que lo echan de todos lados”, perfectamente graficado por Rodolfo Di Meglio.
