Turismo Carretera
El día que Santero se convirtió en Werner
Lo realizado por Julián Santero en la final de San Nicolás fue impecable. El piloto mendocino volvió a demostrar todas sus condiciones y la capacidad conductiva que ya se le conoce. La victoria conseguida en el circuito nicoleño seguramente la recordará para siempre. Para Julián no fue un triunfo más. Le ganó al campeón, le ganó al referente de la marca, le ganó a quien se siente como local en ese escenario y le ganó al Ford que más de uno quisiera tener. Es cierto que lo venció con los dientes apretados, pero lo derrotó. Para eso Santero “se convirtió” en Werner. Hizo todo lo que hubiese hecho Mariano en su lugar. Atacó en el momento justo para lograr el sobrepaso y a partir de ahí se defendió a capa y espada. No dejó huecos, no se equivocó, no entregó la cuerda, le tapó todos los intentos y le enseño que adelante había otro piloto con características similares. El de Paraná lo corrió todo la carrera, lo quiso llevar al error, pero el de Mendoza no se entregó. Fue un justo vencedor.
Quien maneja el Ford 68 tuvo un fin de semana esplendido. Fue protagonista en la clasificación, ganó su serie y se lo veía como el único rival con posibilidades de vencer al paranaense. Internamente sabía que no era un tema fácil de resolver por lo que había mostrado el entrerriano pero salió en búsqueda del objetivo y lo consiguió. Con un perfil muy bajo y trabajando en silencio, Julián Santero sabe que cuando cuenta con la herramienta, o le dan las oportunidades, tiene como responder. Sin dudas es uno de los muy buenos pilotos que tiene el deporte motor argentino y que sigue trabajando para ocupar un espacio más grande. En San Nicolás triunfó por todas su cualidades pero también porque, desde el momento que saltó a la punta de la carrera, se convirtió en Werner.