Dakar
DÍA 9: RITUALES PARA LA LLUVIA
LA PAZ.- El campamento inundado de Oruro quedará en la historia del Dakar. Una actividad que nació para desarrollarse en el desierto ahora se encuentra con el gran problema del agua. Parece increíble, pero Bolivia había modificado, junto con la organización de la competencia, las ubicaciones de los bivouacs de Tupiza y de Oruro por la histórica sequía que azota a este país, y sin embargo el diluvio alteró todo programa efectuado por los franceses.
Al recorte de recorrido que se sufrió en la etapa comprendida entre Tupiza y Oruro, que ahora se suma la del lunes entre La Paz y Uyuni, se potenció el problema con la cancelación del parcial Oruro-La Paz. Fue la 4ª ocasión en la que se desestimó una etapa en el Dakar de América del Sur, ya que había sucedido lo mismo en 2009 (por neblina), en 2012 (por nieve) y el año pasado por lluvia.
Las reuniones en el PCO (centro de operaciones) del campamento se multiplican. Los radares y las informaciones que llegan desde los próximos puntos que deberá transitar la carrera no ofrecen buenas señales. Ya no saben qué hacer para tener al menos una etapa completa en territorio boliviano en 2017.
Mientras los franceses estudian alternativas, en Bolivia se vive otra realidad. Es cierto que el Dakar es la mayor fiesta del deporte jamás efectuada en este país. Pero también es cierto que el problema del agua es grave. Hay zonas en las que las fuerzas de seguridad entregan bidones con agua, y en algunos barrios de esta ciudad el suministro está limitado por horarios.
En uno de los tantos cerros que bordean a esta pintoresca ciudad que ahora entre construcciones muy típicas del lugar se contrastan los modernos teleféricos que cruzan de norte a sur, encontramos un grupo de personas que rápidamente nos llamo la atención.
El sonido de las quenas y el bombo atrapó la atención. Las mujeres, con la vestimenta característica, acompañaban al señor que tenía un pebetero donde el fuego quemaba hojas de coca, también incienso, entre otras hojas. Con los brazos abiertos y la mirada hacia el cielo, sus gritos agradecían mientras las gotas de lluvia humedecían su rostro.
“Es una bendición que el agua riegue a la Pachamama. Siempre es una bendición que caiga agua para que nos de vida. Y más ahora que tanto necesitamos de ella, brindamos nuestras ofrendas para que se multiplique”, agradecía el boliviano, que lejos de los padecimientos de la carrera, brinda su generosidad por este aguacero que pareciera calmar, o al menos un paliativo para un problema que afecta de verdad a la población que se queda aquí, despidiendo en horas a la caravana Dakar…