Opinión
Así maneja Canapino
“Voy a cambiar mi forma de correr”. Una advertencia reiterada que ahora pareciera estar dispuesto a cumplir Agustín Canapino, luego de una nueva sanción de los comisarios deportivos por sus maniobras. Pero para saber qué es lo que modificará a futuro es necesario conocer cómo maneja el arrecifeño. Además de su impronta al volante y su temperamento, existen aspectos técnicos de sus características de manejo que son interesantes para comprender lo que se ve en pista.
No es casualidad que Canapino sea uno de los pilotos más rápido de nuestro automovilismo. En cada una de las categorías en las que compite es protagonista desde que prácticamente hizo su presentación en el profesionalismo. A rasgos generales es veloz, aguerrido y consistente. Y se destaca por su actitud ofensiva en todo momento. Y aunque no siempre efectivo, es espectacular.
Al volante, hace cosas distintas a la gran mayoría. “Tiene una gran capacidad en el frenado. Con el freno, provoca el quiebre del auto casi sin mover la dirección. Lo hace rotar de cola y eso le permite acelerar con el volante derecho. Por lo tanto puede aplicar la potencia mejor y más rápido, mientras su rival está esperando terminar de doblar para poder acelerar”, explica su director técnico en Chevrolet, Luciano Monti. Cuando muchos de sus colegas detestan el subviraje (ida de trompa) con la tracción delantera, él lo prefiere un poco porque sabe romper la inercia con esa técnica. Le gusta trazar las curvas en “V”, más que las de permanencia. “Hace radios diferentes”, aporta Monti, a quien le pide tener la cola de su Cruze firme para que no lo sorprenda el sobreviraje (ida de cola) en sus frenajes violentos. Ese poder de frenado, hace que empiece a frenar hasta unos 30 metros más adentro de la curva respecto de algunos pilotos del medio del pelotón y –en algunos casos- unos 5 metros más que pilotos rápidos. La distancia de un auto. Lo suficiente para ganar un puesto.
En esos detalles técnicos se puede encontrar la explicación de por qué Canapino gana posiciones en los frenajes o por qué a la salida de las curvas ya pone el auto a la par de quien lo precede en las aceleraciones con relativa facilidad y frecuencia. Obviamente explota esas virtudes y combinado con el factor sorpresa en el momento de efectuar un sobrepaso y su vocación ofensiva, muchas veces las maniobras no logran ser del todo limpias sino con roces.
De los referentes de nuestro automovilismo, es el piloto más agresivo. No es de esperar las carreras sino de ir a buscarlas. Para quienes le toca mirarlo por los espejos resulta una pesadilla. Es amenazante y movedizo. Los huecos son una invitación constante y la paciencia no es su principal virtud. Por eso el piloto que va adelante inmediatamente debe adoptar una postura defensiva y por ende ser más lento en el tiempo de vuelta. Al achicarse los espacios, en muchos casos las superaciones son con contacto. El es consciente que sus carreras son batallas. Por eso le pide al equipo que le refuercen el auto. Los ingenieros de Chevrolet en el Súper TC 2000 deben trabajar no solo en darle un coche veloz sino también robusto. Por eso, las parrillas de suspensión y sus bulones están reforzados, y algunos plásticos de la carrocería no solo son más gruesos sino que en lugar de estar atornillados están pegados especialmente. Todo un desafío de ingeniería: lograr un tanque de guerra sin aumentar demasiado el peso.
“El gran secreto de Agustín es su nivel de concentración. Yo he visto carreras de él de antología. No existen muchos pilotos que puedan correr toda una carrera a fondo… clasificando. Y él lo hace incluso atacando. Es letal. Vive para esto. Tiene un entrenamiento tremendo, con los simuladores y todos los fines de semana de carrera. Tiene un feeling con el auto impresionante. No deja ningún detalle librado al azar. Planifica perfectamente las carreras”, explica Maximiliano Juárez, su ingeniero en el Top Race. Canapino tiene voracidad por el triunfo. Y su modalidad más agresiva la traslada afuera de la pista cuando su rival es de fuste. En ese terreno, propone también el juego psicológico.
No le gusta perder y en la mayoría de los casos no sabe asumirlo. Querido y rechazado por sus colegas y simpatizantes del automovilismo. Así es Agustín Canapino. Salvo que ahora intente cambiar sus formas…
